A SJ Luis María Ugalde Olalde

SJ Luis María Ugalde Olalde

Revista SIC

Caracas

 

A propósito de su reciente nota “Sin apoyo militar no salimos” http://bit.ly/2gwm41u, permítame SJ Luis María Ugalde Olalde, disentir de su tan respetada pluma, y a tenor un comentario.

 

Mientras se persista en la idea de la imprescindibilidad de lo militar en la vida política venezolana, ni existirá la política como actividad autónoma, ni existirá lo militar como actividad profesional, si bien también autónoma en lo técnico militar aunque subalterna en lo político.

 

Las dos más importantes y trascendentes actividades para una población asentada en un territorio y supuestamente sujeta a un texto constitucional, han sido, son y seguirán siendo, en este período «revolucionario» payasadas por manos de payasos, unos de civil y otros con atuendos uniformados.

 

En lo político, ningún político ha rendido, rinde o rendirá cuentas y en lo militar, tampoco ningún militar ha rendido, rinde o rendirá cuentas, y no sólo por estas aparatosas matanzas de civiles desarmados (ya las OLP acumulan 16 masacres), tampoco por las definitivas pérdidas territoriales, su principal razón de ser, con graves y severos derivados sobre la Pantalla Atlántica del Orinoco.

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La democracia como forma política no podrá estar jamás sujeta a los efluvios voluntariosos de quienes por razón misma de su profesión –asumida voluntariamente y porque así tiene que ser cada objeto que forme parte de una maquinaria para la destrucción–, son privados del pensar, se les prohíbe discernir y son, por tanto, anulados como sujetos y manejados como objetos durante no menos de 25 años de su vida y en su último lustro activo en la fuerza, alguien superior o jefe, con ostentosa prosopopeya y después de pegarle una charretera en cada hombro, le ordena –entiéndase, le ordena– convertirse en sujeto, para pensar y más aún, actuar en consecuencia.

 

El militarismo alemán terminó con la II Guerra Mundial, el japonés en Hiroshima y Nagasaky, el argentino en Las Malvinas y el venezolano, se encamina hacia un genocidio.

 

No es momento para discernir toda la nulidad que le imponen 25 años de diaria actividad continuada a un encéfalo privado de estímulos para el desarrollo neuronal y de otras múltiples capacidades, distintas éstas a los limitados reflejos condicionados pavlovianos por un entrenamiento destinado sólo a la confrontación y manipulación de equipamiento letal contra cualesquiera sean los oponentes, civiles desarmados incluidos.

Por la vía de esa acogotante imprescindibilidad de lo militar, también la política venezolana ha sufrido los más tremendos y perniciosos efectos y quizás la mejor manera de verlo, sea recordar la historia través de los derivados del Sínodo Diocesano de Caracas, 1687 organizado por su “Excelencia el Ilustrísimo Obispo y Eminencia Altísima, Don Diego de Baños y Sotomayor”, de cuyas referencias tomamos:

“… El hombre debe ser considerado ó como habitante de las selvas, ó como miembro de la sociedad. El hombre salvaje… no es más en sus operaciones que la primera de las fieras” (p.35)

 

“… Pueblo es ese conjunto de habitantes que forma nación, ó que exerce la soberanía… la voz Pueblo sólo comprende a los que teniendo propiedad y residencia se interesan por ellas… pues los que nada tienen solo desean variaciones ó innovaciones de que puedan sacar algún partido favorable…” (VIII del 23/12/1810)

 

“… Pretender que todos los habitantes tengan indistintamente igual influxo político en una nación es romper los resortes de la emulación y dar motivo á que el honrado y pacífico poseedor viva continuamente amenazado de los insultos y violencias del codicioso vagabundo… (los propietarios son) los únicos que componen al Pueblo…” (IX 30/12/1810)

Pueblo, para estos socialistas –de derecha, izquierda, centro, medio lado y hasta del otro lado– que de forma excluyente dominan el escenario político desde el gobierno y la oposición y ahora con la intervención mediadora de la Teología de la Liberación desde El Vaticano; es pues: la misma “multitud promiscual” definida por la colonia.

Desde la limitada perspectiva de la Seguridad Pública, respetado comentarista, allí justo allí, está el quid del asunto y si fuere de su interés la nota Pueblo socialista la “Multitud Promiscual” de la colonia le podrá responder no sólo esa variante perniciosa determinante en la política de seguridad, también ¿por qué la militarización de la Seguridad Pública? y como punto final el ¿cómo la paupérrima rémora del único país latinoamericano que no pudo jamás librarse por sí mismo del yugo español, Cuba, logró derrotar, aplastar y humillar a Venezuela? y ahogándola en ello, con los dólares de su propio petróleo.

Por último, como queda en los hechos comprobado, la FAN creada por Juan Vicente Gómez en 1908, desapareció para fundar sobre sus cenizas, estructuras funcionales y equipamientos, una nueva fuerza llamada FANB; devenida una variante de Legión Extranjera de Cuba y operando como Ejército de Ocupación en lo que nos queda de territorio y es con esa fuerza militar sobre la cual precisa usted “Sin apoyo militar no salimos de esta dictadura ni recuperamos la democracia”.

Esa fuerza militar en precisamente el poder de fuego que garantiza la permanencia del régimen y tiene como aliados no sólo fuerzas extranjeras, las de Cuba, cuenta también con el poder de fuego de las “pacificadas” FARC, con el ELN y las Bacrim colombianas y además, con las FBL, los colectivos armados, los grupos del Hezbollah vinculados ya a DAESH (EI), las bandas criminales habituales y espontaneas y por sobre ellas, con las bandas dedicadas al negocio de la exportación de cocaína y más aún, con las bandas criminales que operan desde el interior del Ejército, de la GNB, de la PNB, CICPC, DGIM.

Observe usted son no menos de catorce grupos independientes con letal capacidad de fuego con los cuales hasta ahora ha convivido la FANB y en el supuesto que fuere válido ese apoyo militar para recuperar la democracia, serán los catorce (14) grupos armados contra los que deberá enfrentarse, no sólo ese emergente militar que llama Larrazabal II, sino cualquiera sea el civil que a estas alturas del juego lo intente.

Recuerde, cuando Larrazabal I, en manos de civiles en Venezuela, no existían armas de fuego en las cantidades y variedades de hoy; en ese ayer, no más de diez mil armas existirían y hoy son millones.

Visto desde esa particular perspectiva, la emergencia de su Larrazabal II con sus pretensiones, desde la óptica de seguridad, será el primer paso no sólo a una guerra civil al estilo Bashar Al Asaad en Siria, también abrirá las puertas a la eventual intervención de los Cascos Azules.

La solución es política y los militares deberán regresar a sus cuarteles, a consumirse en la destrucción que ellos mismos acrisolaron.

Sin otro particular, de usted

Atentamente

Rafael Rivero Muñoz

En Caracas el martes 13/12/2016

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One Response to A SJ Luis María Ugalde Olalde

  1. Jorge Davila says:

    Gracias x el envío.

    Enviado desde mi iPhone

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